Desde el estallido de la pandemia de COVID-19, varios estudios han examinado cómo responden las grandes empresas nacionales y multinacionales a los shocks económicos. Sin embargo, se ha prestado menos atención a cómo las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) familiares modifican sus decisiones empresariales cuando se enfrenten a estas perturbaciones. Asimismo, se ha prestado relativamente poca atención a cómo las decisiones empresariales de las mipymes afectan a otras empresas de la cadena de suministro y a los trabajadores del mercado laboral local.

 

Comprender esto es fundamental para la formulación de políticas públicas en los países de ingresos bajos y medios. Por ejemplo, en América Latina y el Caribe,  las mipymes proporcionan más del 60% del empleo y representan cerca del 25% del PIB de la región. Estas firmas también son vulnerables a múltiples shocks.

 

Un estudio reciente del BID, basado en datos de mipymes en zonas rurales y periurbanas de Tailandia, arroja luz sobre este tema. Muestra que, en respuesta a la enfermedad de un miembro del hogar, los microempresarios con un negocio familiar reducen el gasto global del negocio y la demanda de trabajadores contratados en un 23% y 79%, respectivamente (Según del BID)